Cuando las cosas bellas mueren
La culpa es de quien en verdad lo siente,
De aquellos que se esforzaron por gozarlas
Tan profundamente
Que las dejaron secas por dentro,
Sin flujos ni descargas
Ni una excusa válida para partir
Y apartar su mirada
Del cristalino rostro de la juventud,
La juventud que se apaga,
Entonces, como cualquier pantalla,
El día poco a poco se funde en negro
Y permite a las aves nocturnas sobrevolarnos
Mientras marchamos
Sobre una superficie quebradiza
Pero sincera
Que jamás nos permite decir "Adiós".
Adiós...
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