domingo, 29 de mayo de 2016

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Levanto la cabeza,
mientras cierras los ojos,
mientras se oscurece el viento
que soplas en palabras calladas,
que yo no conozco.

Bajas la mirada,
como estrellas de noche
escondida,
y labios como fuego
que se levanta y estira,
como manos  de
olor a tormenta.

Que se acerca
y que seras tu.

En latidos hirvientes
(de fragil melodia)
como anuncio de guerra.

lunes, 16 de mayo de 2016

u(-t)


Así como al lobo que la luna le atormenta sus noches con ruidos que apenas rozan los caracoles de su nostalgia, o como al charco sereno que sobrevive tras una densa lluvia, así me mantengo yo pensando en todas las cosas que te pude haber dicho pero no te dije, y como si en verdad el etéreo recuerdo de tus caderas sobresaliendo cuando te encontraba dormida significase algo te digo que te extraño. Así, mientras la enmudecida oscuridad de la media noche se acerca, nosotros somos su ruidosa y cada vez más distante inversa, y cada trago de saliva se siente como mercurio acariciando nuestras mejillas desde adentro y cada beso al aire es una amenaza a las cosas que llegamos a considerar bellas y cada cosa bella que queda se ve sumergida en su propio lago de los fluidos de un sexo tan culposo y desgarrador pero también que brinda cierta sensación de catarsis a una historia que a duras penas sucedió. En verdad que se trata de una historia que a duras penas sucedió pues ni las hojas secas del otoño desgarradas en el piso ni las caras pálidas del invierno ni los frágiles pétalos blancos de la primavera ni los cuerpos cálidos del verano se dieron cuenta de nosotros cuando pasamos alcanzando con nuestras manos la corona del sol esperando no quemarnos si llegábamos muy cerca. Que tontos fuimos al pensar que saldríamos intactos. Qué tontos. Y tras la tangible victoria del ego ante el corazón los valses se volvieron violentos y los crepúsculos eternos, desde entonces nos ponemos cada vez más nuestra ropa favorita y salimos a buscar motivos para estar tristes pero no los encontramos porque ambos sabemos que realmente no estamos tristes, sin embargo la agridulce e irrechazable tranquilidad que guarda la nostalgia nos tiene tomados por la garganta y nosotros cedemos. Pero estoy cansado de ceder. Estoy cansado. Tengo sed. Estoy cansado. De ceder. Y aunque de ceder dices no saber nada sigues inclinándote ante la luna como un lobo atormentado mientras yo sigo pensando en todas las cosas que te pude haber dicho pero no te dije.