Es curioso cuando te cambias la piel y haces un intento para evitar el roce accidental conmigo, es curioso.
Hace tiempo estaba pensando en degradar el crepúsculo a una simple ilusión de espejos haciendo alusión, a lo lejos, de un espectro con miralejos frente a la ventana de tu habitación y vaya que es bonito imaginarte desnuda entre la uña y la duda, gritando y riendo cuando mi lengua se anuda. Por cierto te pido -y yo mismo te lo digo- que te quedes conmigo una noche tal vez, tan solo hablaremos de viejos deseos o los deseos de un viejo que está por nacer y ciertamente me refiero a aquel niño indefenso que solo sale al anochecer, aquel que te pinta los ojos con con visiones y manojos de cristales llorosos y que sufre al amanecer. Es curioso... es curioso y vaya que es curioso disfrazarse al atardecer, es curiosa la ventaja de un ciego y el anhelo de un marinero, es curioso el mareo causado por tu inverso talento de amarme al morir entre lienzos y pliegos.
Es curioso encontrarte aquí cuando te creía perdida entre la eco de una nota y el inercia de un suspiro.
Me causa gracia como diriges tus besos al inmenso tormento de una idea sin razón y resulta vago pensar que después de esto me imaginarás despierto como niño jugando en el recreo con mis amigos y un sabueso que me cuide del placebo. Espero y muerdas el anzuelo. Y es triste que no me grites ni despistes para que no corra y me enfatice en el porvenir de tonos grises... ¿Comprendiste? Porque en tu grito me hago chico, ciego, sordo y divertido, y si no lo entendiste te lo repito a ver si con suerte me echas un grito. Es curioso... es curioso y claramente es curioso el cachorro de un sollozo y el invierno de un despojo como lo solía ser yo. Curioso como lo solía ser yo.
Pero ya no busco porque de noche encuentro y encuentro gracioso lo espontaneo de nuestro encuentro y obviamente encuentro cacofónico todo esto pero es que es cierto puesto que por lo general te encuentro en la inercia de una nota o el eco de un suspiro.
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